(Foto de Roger Navarro para el Diario del AltoAragón)

Y teníamos pendiente contaros lo relativo al primer día que subimos a Periferias; la jornada del jueves 27. Lo principal del día, la charla de Antonio Escohotado, celebrada en un salón de actos de la Diputación Provincial repleto, pasillos incluidos.

Sufrir, sufrimos poco, porque íbamos bien acompañados y nos lo tomamos con humor. Prepotencia habitual aparte (“Tuve que darle a Albert Hofmann un par de trataditos de Aristóteles, para que entendiera lo que significa “experiencia””, por ejemplo; o, todavía mejor: “He tenido el honor de ser el primero en decir una evidencia algo que tuvo por claro toda la antigüedad, también en la Edad Moderna, y que sólo se empezó a diluir a partir de 1914…” “Ese honor que me fue dado de decirle a mi sociedad «os equivocais, atribuyendo personalidad a las drogas: es un problema vuestro (…) Fue una iluminación que tuve”) escuchamos las perlas reaccionarias que eran de esperar, “tesis de los totalitarismos” mccartista incluida, salpimentadas con algún detalle machista y, por supuesto, un discurso transversalizado por el individualismo neoliberal.

No fue tan abrasivo, en todo caso, en la defensa explícita de las bondades del capitalismo como otras veces (incluso esquivó una pregunta directa sobre economía), seguramente consciente de que no estaba en una de sus conferencias en universidades privadas sino en una charla ante admirador@s, y que tal vez podía perder a algun@s de ést@s que sólo conociesen otras facetas suyas.

Lo que sí nos sorprendió es que, en plena defensa de la idea de que el final de la “guerra contra las drogas” es inminente (confundiendo deseo con realidad), lanzase la rocambolesca afirmación de que hoy “el 95% de los presupuestos mundiales en política de drogas se destina a la reducción de riesgos” ¿¿¡!?? Tela…. No hace falta comentar esto, ¿no?…;-)

No fue una sorpresa, sin embargo, que ante la cuestión de la introducción intencionada de heroína en determinados espacios con fuerte movilización sociopolítica (sobre todo en los 70s y 80s) apelase a las tesis de su discípulo Juan Carlos Usó y a su última obra, ¿Nos matan con heroína? Incluso dio una despreciativa vuelta de tuerca a los argumentos de éste último al afirmar que toda denuncia al respecto proviene, no ya del “victimismo” sino además, “del intento de darse importancia y de encubrir la propia idiocia”. Os prometemos que antes de fin de año tendréis la reseña de este librito, que sólo pudimos acabar por pura disciplina y responsabilidad laboral, ufff…

¡Nos vemos en las calles!

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