1. UN MÍNIMO DE HISTORIA

El alcohol es la reina de las drogas en nuestra sociedad aunque a duras penas es considerada siquiera como “droga”. A buen seguro es una de las más consumidas, y es aún más importante por cómo condiciona nuestra cultura en multitud de aspectos.1 De hecho, se puede considerar que vivimos en una sociedad “etilonormativa” y “etilocéntrica”, que considera casi extrañas a las personas abstemias, que (en este caso sin duda alguna) sufren una constante “presión de grupo”. No sólo es la única droga por la que a la gente que no la consume le pueden mirar mal en casi todos los lugares, sino que además “alcoholiza” el resto de los usos de sustancias psicoactivas, que en demasiadas ocasiones siguen los patrones propios del uso del alcohol (pero que son ajenos a otras) incluidos los espacios adecuados para realizar dichos consumos.

El alcohol es una sustancia cuasi omnipresente en nuestras sociedades y se promociona sin ambages, tanto a través de la publicidad, como también, por ejemplo, a través de ubicuos comentarios en los medios de información masiva, realizados de un modo que, por cierto, acarrearía una severa sanción social (cuando no penal, si se hiciera una aplicación estricta del artículo 368 del Código Penal) si esos mismos se vertieran sobre sustancias ilegalizadas.2 Sólo en los últimos años, para intentar controlar el consumo desaforado, se están lanzando algunas campañas institucionales, centradas en lo que se viene denominando prevención ambiental, pero que tienen un alcance muy limitado en tanto no se pueda reducir e incluso prohibir la publicidad de las bebidas alcohólicas.3

Las bebidas fermentadas se conocen y consumen en muchas culturas desde tiempos remotos e incluso son consumidas por varias especies de animales no humanos.4 Sin embargo, su consumo no existía en otras sociedades o, desde luego, no estaba tan extendido como en la que consideramos nuestra, y fue impuesto a otros lugares del mundo en sucesivos periodos de la historia; el último de ellos, tras la globalización de la Prohibición de otras sustancias psicoactivas con la celebración de la Convención Única de 1961.

Además, en nuestro propio entorno sociogeográfico era utilizado de modo más puntual, menos frecuente (recordemos que antes del alcohol era el opio la droga más utilizada, y también el cáñamo era de uso habitual) y se hacía con ciertas restricciones sociales: por ejemplo en base a la edad y al sexo, en base a criterios patriarcales. Tanto los pueblos griegos como los romanos tomaban el vino rebajado, excluían rigurosamente de su consumo a las mujeres y a los hombres jóvenes, se oponían a los concursos de bebedores y valoraban negativamente las jactancias sobre el aguante.

Efectivamente, en tiempos de la Grecia y la Roma clásicas en los que, en nuestro mismo espacio geográfico-cultural, la normalidad era bien diferente y los vehículos de ebriedad generalizados eran otros, las usuarias de cualesquiera otras drogas eran desconocidas como categoría clínica y social, mientras la persona dipsómana -alcohólica- inspiraba una mezcla de irrisión, lástima y rechazo. De ella, no se deploraba un deterioro orgánico sino una conducta, y no tanto la peligrosidad para otros como su relación con la virtud propia. Las bebidas alcohólicas fueron, durante la era pagana, los únicos fármacos que sugerían también degradación ética, placer bochornoso e indigna huida ante la realidad.5

Posteriormente, se convirtió en la principal droga cultural de la mano del cristianismo en momentos (finales del siglo IV d.C.) en que ésta se convirtió en la religión imperial oficial y única.6 Desde el punto de vista cultural, es innegable la relación del consumo de alcohol con el modelo social que tiene el rito del chivo expiatorio como elemento central, fundacional y, por tanto, con su ajuste a una suerte de “terapia colectiva proyectiva”.

Hoy, muchos siglos después, según la OMS se producen cada año 3,3 millones de muertes atribuibles al consumo de alcohol, lo que representa un 5,9% de todas las defunciones, y es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos. El consumo de alcohol provoca muertes y discapacidad a una edad relativamente temprana: en el grupo etario de 20 a 39 años, un 25% de las defunciones son atribuibles a éste. En general, el 5,1% de la carga mundial de morbilidad y lesiones es atribuible al consumo de alcohol. Además, existe una relación causal entre el consumo de alcohol y una serie de trastornos mentales y comportamentales, y con enfermedades no transmisibles y traumatismos. Recientemente se han determinado relaciones causales entre el consumo nocivo de alcohol y la incidencia de enfermedades infecciosas tales como la tuberculosis y el VIH/SIDA.

Más allá de las consecuencias sanitarias, el consumo de alcohol provoca pérdidas sociales y económicas importantes, tanto para las personas como para la sociedad en su conjunto.7 Éste genera conflictos y desórdenes personales y sociales de una magnitud incomparable, sin que por ello, sin embargo, se den reacciones alarmistas.

Miles de años después de su primera obtención, la cerveza sigue siendo la bebida alcohólica más consumida del mundo y una de las bebidas más consumidas en general, sólo por detrás del agua, del té y del café. Según datos de la encuesta general sobre drogas en España (EDADES), el 93 % de la población entre 15 y 64 años (95,5 % de los varones y el 90,4 % de las mujeres) admite haber probado el alcohol en algún momento de su vida, y el 77 % de esa misma población (el 82,7 % de los varones y el 71,6 % de las mujeres) declaraba haberlo consumido en los últimos 12 meses. En el caso de escolares de 14 a 18 años (según la encuesta ESTUDES) el 74,1 % de los varones y el 77,5 % de las mujeres (la relación ya se ha invertido) declara haberla consumido en los últimos 12 meses.8

1 La del alcohol es la mayor prevalencia de consumo de una droga según las encuestas oficiales, aunque éstas no contabilizan la cafeína; ver la parte dedicada a esta otra sustancia.

2 Esto se hizo todavía más patente durante el reciente confinamiento por la pandemia del COVID-19, cuando eran constantes los comentarios que apelaban a las “ganas de tomarse una cerveza o un vino en una terraza” en cuanto fuera posible salir de casa. Por cierto que, dado que el alcohol se vende en todo tipo de tiendas de alimentación, es decir, estaba accesible en todo momento en aquel periodo, y que su uso no disminuyó (hay indicios de que incluso sucedió lo contrario) mucha gente pudo ser consciente de que su consumo no era tan “social” como pensaban. Al respecto de la “etilonormatividad” ver, por ejemplo, el artículo deliberadamente provocador del Programa de Reducción de Riesgos Consumo ConCiencia:http://consumoconciencia.org/2019/10/02/el-armario-psicoactivo-2/

Tras el Brexit, hubo una auténtica alarma en los medios por la posible escasez de alcohol en las fiestas navideñas: “Dile adiós al alcohol estas Navidades: los distribuidores advierten sobre un posible desabastecimiento” https://www.businessinsider.es/navidad-puede-producirse-desabastecimiento-alcohol-955083)
“Sin alcohol: España puede sufrir escasez de ron y whisky”: www.larazon.es/economia/20211025/xsbjzefskbbypeipzpeutm6yty.html) La hostelería empieza a acaparar alcohol por el «miedo» al desabastecimiento en Navidad (en este enlace: https://www.rtve.es/noticias/20211029/hosteleria-escasez-alcohol-acopio/2208040.shtml)

Los ejemplos de la “etilonormatividad” son cuasi-infinitos…

3 Evidentemente, la prohibición de las propias sustancias jamás resulta la mejor opción para evitar los problemas (antes bien, suele ser la peor) pero es muy diferente la prohibición de la publicidad, algo que debería ser extensible a todas las drogas sin excepción.

4 Ver, por ejemplo, el sencillo y ameno libro de Giorgio Samorini, Animales que se drogan (Ed. Cáñamo, Madrid, 2003). En él se describen algunos de estos usos, los más conocidos o llamativos de las más de 300 especies animales cuyo uso intencional de drogas ha sido documentado. Monos, elefantes e incluso algunos insectos buscan intencionalmente la ebriedad alcohólica.

5 Recordemos que en términos socioculturales-religiosos podemos conceptualizar fundamentalmente dos tipos de ebriedad, de las cuáles la primera es la de posesión o rapto, que se realiza con drogas que emborrachan, aniquilando la conciencia como instancia crítica y también la memoria. Con el acompañamiento de música y danzas agitadas, estos ritos buscan el olvido, un frenesí que libere del yo y que borre la lucidez hasta el agotamiento. En tiempos clásicos, la fiesta -así entendida- era sagrada, siempre que fuera breve y su función era fortalecer cierto sistema de prohibiciones, proporcionando transgresiones periódicas como válvula de escape para la tensión. Tal vez esto nos resulte familiar…

6 Apenas una década después de dicha conversión, se consumo el acto fundacional de la destrucción de la cultura farmacológica previa: la quema de la Biblioteca de Alejandría, con unos 120.000 volúmenes destruidos, con la que se buscó eliminar, entre otras muchas cosas, unos saberes médico-farmacológicos ancestrales que ya se consideraban heréticos. La historia de la construcción del cuerpo de la religión cristiana, con un eclecticismo bien calculado, es realmente apasionante y muy aleccionadora, pero no podemos centrarnos en ello aquí.

7 En lo relativo a lo que “justifica” la “etilonormatividad”, en algunos lugares se ha llegado al paroxismo. En 2021, en Alemania se sancionó legalmente la consideración de la “resaca” como “motivo legítimo de baja laboral”.

8 Sobre un anglicismo de moda, el “binge drinking”, ver el artículo, con tono deliberadamente provocador, del Programa de Reducción de Riesgos Consumo ConCiencia: consumoconciencia.org/2020/01/29/las-drogas-y-el-tonting/

2. COMPOSICIÓN Y PRESENTACIÓN

Alcohol etílico (etanol) en diferentes proporciones (expresado en gramos de alcohol puro). Como aproximación, podemos decir que en un vaso de vino hay unos 9 gramos de alcohol, en un tubo de cerveza alrededor de 13.5 y en un “cubata” 22.5 g.

Atendiendo a la elaboración, se pueden distinguir entre las bebidas producidas simplemente por fermentación alcohólica (vino, cerveza, sidra, hidromiel…), en las que el contenido en alcohol no suele superar los 15°, y las producidas por destilación (el whisky, el tequila, el ron, el vodka, el pisco, la ginebra, entre otras), con contenido alcohólico muy superior a los 15°.

3. PROPIEDADES

El alcohol etílico es un depresor del sistema nervioso central, esto es, ralentiza las funciones vitales. Algunas personas lo consideran una sustancia bifásica (tanto estimulante en dosis bajas como depresora en altas) pero esto no es cierto. El alcohol siempre duerme, pero a lo primero que afecta es a nuestros mecanismos de autocontrol, por lo que (sobre todo en un contexto de ocio y/o festivo) las dosis bajas pueden experimentarse como euforizantes.

4. POSOLOGÍA Y VÍAS DE ADMINISTRACIÓN

Al entrar en el organismo, el etanol es rápidamente absorbido por el aparato digestivo. A los 5 minutos ya puede encontrarse alcohol en la sangre y su concentración máxima se produce a los 30 min. aproximadamente. En el hígado se elimina el 90%, y el 10% restante se elimina mediante la respiración, la orina y el sudor. La tasa de eliminación es diferente en mujeres y en hombres; las mujeres tardan más en metabolizarlo por lo que estará presente en su organismo durante más tiempo. Se estima que a partir de los 40 g en un mismo día en el caso de los hombres y 24 g en el de las mujeres existe un consumo de riesgo moderado. Estas cantidades son orientativas. El consumo de alcohol puede producir distintos daños en la persona dependiendo lógicamente de multitud de otras variables: edad, peso, estado físico, estado psíquico, etc.

5. PRECAUCIONES

Los efectos del alcohol dependen, claro, de la velocidad con la que se consume. Además, beberlo con el estómago vacío hace que el alcohol pase mucho antes al torrente sanguíneo y con más intensidad, por lo que las probabilidades de que siente mal se incrementan. En igualdad de otras variables, a menor peso corporal, mayor es el efecto que produce.

Cuando se consume alcohol de forma repetida se desarrolla rápidamente tolerancia. Esto implica que cada vez se necesitará beber más para conseguir los mismos efectos. Las mujeres también desarrollan tolerancia más rápidamente que los hombres.

Con el consumo continuado de ciertas cantidades se desarrolla dependencia física y, una vez ésta aparece, si se interrumpe bruscamente dicho consumo se genera un síndrome de abstinencia (“mono”) llamado delirium tremens, que produce importantes daños orgánicos y llega a ser mortal en un elevado porcentaje de casos.

Cuando se practica sexo bajo los efectos del alcohol es necesario tener muchísimo cuidado con la pérdida de control: usar siempre, siempre protección, y jas utilizar la borrachera como excusa para perder el respeto o realizar cualquier abuso o agresión.

6. EFECTOS SECUNDARIOS

En determinadas personas, el consumo de alcohol puede producir una serie de reacciones adversas importantes: intoxicación con pequeñas cantidades, descontrol y realización de cosas de las que luego puede haber arrepentimiento, potenciación del estado de ánimo (importante sobre todo cuando no se atraviesa un buen momento), etc. En cuanto a la relación antes mencionada entre el consumo de alcohol y la práctica de sexo, si la dosis es suficientemente elevada desciende la excitación sexual, la sensibilidad y la capacidad orgásmica. Un uso continuado puede afectar a la calidad del esperma y provocar desordenes ováricos y menstruales.

También suelen aparecer otros efectos secundarios como: suciedad generalizada y/o destrozos, ruidos, molestias o faltas de respeto, agresiones y peleas, etc., etc., sin que ello conlleve reacciones sociales siquiera comparables a las que se generan (o generarían; si fueran de esa magnitud o incluso menor) al respecto de las sustancias ilegales.

7. INTERACCIONES

Dado que el alcohol es un depresor del sistema nervioso central, debería evitarse especialmente su combinación con otros depresores. La mezcla de alcohol con tranquilizantes de farmacia, con GHB (mal llamado “éxtasis líquido”) o con Ketamina (“Special K”, “Keta”…) puede producir estados profundos de sedación con pérdida de conciencia e incluso coma.

Por otra parte, la mezcla de alcohol con estimulantes como el “speed” o con estimulantes-entactógenos como la MDMA (“éxtasis”) incrementa la deshidratación corporal y el riesgo de un “golpe de calor”. Además, la combinación de alcohol y cocaína genera en el organismo los llamados coca-etilenos, metabolitos altamente tóxicos. La combinación de alcohol con estimulantes hace que se contrarresten buena parte de sus efectos, con lo que puede aparecer una tendencia a un mayor consumo de ambos y, por tanto, un aumento en los riesgos, además, claro, un incremento del gasto económico.

La combinación con psicodélicos enturbia la experiencia de estos segundos y está totalmente desaconsejada.

8. CONTRAINDICACIONES

En niños/as, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia. Si se padecen enfermedades hepáticas o del aparato digestivo. Si se ha de conducir vehículos o manejar maquinaria peligrosa. Si se padece algún tipo de trastorno psicológico o se está pasando por un mal momento personal.

9. INTOXICACIÓN

La aparición de arcadas y/o vómitos es señal de que el organismo no tolera ya más cantidad de alcohol. Por tanto, vomitar y seguir bebiendo sólo aumenta las posibilidades de terminar mal. En caso de ingestión de grandes cantidades de etanol pueden aparecer síntomas diversos, como dificultades para andar y hablar, vértigos, vómitos, temblores y disminución del nivel de conciencia (que puede llegar incluso al coma y la muerte por parada cardiorrespiratoria). En el momento en que alguno de estos síntomas aparezca, se debe parar de beber inmediatamente, tomar algo de vitamina B (bien con suplementos, bien a través de zumos y frutas, por ejemplo) y, en caso de que la persona se encuentre muy mal, acudir inmediatamente a cualquier dispositivo sanitario cercano. Un coma etílico exige la inmediata llamada a los dispositivos de urgencias.

La intoxicación etílica produce al día siguiente la llamada resaca”. Esta se produce por la deshidratación que provoca el alcohol, además de por el desgaste producido en el organismo. Por ello, es importante reponer lo perdido, tomando abundante agua, zumos y frutas, y durmiendo y descansando lo suficiente. Hay multitud de prácticas (bastante conocidas) para llevar a cabo antes de beber o durante la noche para reducir la “resaca” y los daños orgánicos en general, de las cuáles, seguramente la principal y más sencilla sea (además de moderar el consumo, obviamente) la de hidratarse abundantemente.

La intoxicación por ingestión de metanol es rarísima en la actualidad (fue muy frecuente durante la famosa “Ley Seca”). La metabolización del metanol en el hígado por la enzima alcohol deshidrogenasa deriva en la formación de formaldehído, un compuesto muy tóxico que puede provocar incluso la muerte. Si se produjese dicha intoxicación (además de evidentemente llamar a los servicios de urgencias con la mayor prontitud) debe administrarse etanol. Esta enzima tiene una mayor afinidad por el etanol y de esta forma se evita, al menos en parte, que el metanol se una a ella y sirva de sustrato. Así, el resto de metanol tendrá tiempo de ser eliminado por los riñones y el formaldehído que quede será convertido en ácido fórmico y después excretado.

10. ASPECTOS LEGALES

Afortunadamente, esta sustancia es legal y a sus muchísimos problemas intrínsecos no se añaden los generados por la Prohibición y que llegarían a ser realmente graves, como se demostró, por ejemplo, con todos los desmanes provocados por la promulgación en los EE. UU. de la Volstead Act en 1919 (vigente desde el 1 de enero de 1920), más conocida como “Ley Seca”

El alcohol es una sustancia legal, consumida por doquier y que lo impregna todo en nuestra sociedad etilocéntrica y etilonormativa. Es un producto de venta legal y casi ubicua, y todas las personas mayores de edad pueden comprarlo libremente en cualquier cantidad, a diferencia de lo que ocurre con otras drogas (por motivos estrictamente económicos, políticos y sociales, no sanitarios, obviamente).La venta a menores de edad está totalmente prohibida.

Manténgase fuera del alcance de l@s niñ@s. Consulte a su médic@ o a personal especializado.

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