Hoy nos volvemos a hacer una pregunta que, en realidad, nos asalta muy a menudo, y relativa a temas mucho más importantes, claro. Aquí no se trata de iniciar guerras por puro interés económico, de destruir conscientemente la sanidad o la educación pública, ni de saquear los medios de vida de poblaciones enteras… aunque si nos pusiéramos a reflexionar sobre la «guerra contra las drogas» en sentido amplio, la verdad es que el asunto nos llevaría muy lejos también en estos términos.

No. Hoy sólo nos volvía a asaltar la duda al leer las declaraciones del Secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Mario Garcés, en las que considera que «es «deleznable» que un Ayuntamiento como el de Zaragoza favorezca «con fondos públicos» la elaboración y distribución de un folleto que induce al consumo de drogas.» El hecho de que otro cargo del PP siga a pies juntillas las líneas que su partido ha establecido para intentar sacar rédito partidista del tratamiento del tema, no nos sorprende. Pero si se trata del Secretario de Estado de ese Ministerio y, por tanto, de quien viene a presentar la Estrategia Nacional de Adicciones 2017-2024, aprobada por el Consejo de Ministros el 9 de febrero, la cosa es más llamativa. Como ya os comentamos, en ella se refrenda y se profundiza en la estrategia de reducción de riesgos y de daños, como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta el avance de esta estrategia a nivel europeo y mundial y las recomendaciones de la propia Organización Mundial de la Salud y del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías. Textualmente se dice: «10.3.1.5. Impulsar la reducción de daños en lugares de tráfico y consumo. 10.3.1.6. Extender esta metodología a los consumos de jóvenes y adolescentes. 10.3.3. Integrar la metodología de reducción de daños en las redes asistenciales de manera transversal» (todo ello en la pág. 40, donde se detallan los «objetivos estratégicos» de la reducción de riesgos y de daños) o «Contextos de actuación: Ámbito familiar, penitenciario, socio-sanitario, lugares de consumo, lugares de ocio…;  Población diana: Usuarios de drogas por vía inyectada, población reclusa, colectivos en situación de vulnerabilidad, mujeres, adolescentes y jóvenes, personas con patología dual.» (en la pág. 41)

Pero siendo todavía más concret@s… ya sabéis much@s que copiamos literalmente la provocadora y sugerente idea de utilizar un formato de «prospecto» (para dar información sobre sustancias) de quienes los lleva elaborando muchos años: la organización Energy Control. También sabréis much@s de vosotr@s que estos, insistimos, con el mismo formato y casi el mismo contenido (el mismo, si nos ceñimos a las frases de la polémica), están financiados y, por tanto, sellados por el propio Plan Nacional Sobre Drogas y por el Ministerio de Sanidad y Consumo.

Y ahora, por fin la pregunta: ¿cómo se las arreglan para dormir por la noche? ¿Se ha descubierto alguna clase de droga que anula absolutamente la conciencia y que, de hecho, la altera tanto como para mirarse al espejo complacientemente después incluso de las conductas más ignominiosas? Lo cierto es que, pese a que ciertamente hay fármacos, empezando por el alcohol y siguiendo con otros de farmacia, capaces de alterar la conciencia en ese sentido, el nivel al que se llega nos sigue pareciendo un misterio científico todavía irresuelto.

 

CC BY 4.0 Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.