Martínez Oró, D. P., Del tabú a la normalización. Familias, comunicación y prevención del consumo de drogas, Ed. Bellaterra, Barcelona 2016
Llevábamos tiempo sin poder atender a esta sección, abrumad@s como estamos de trabajo y máxime tras los ataques que sufrimos (y que, por cierto, ahora están incrementando su intensidad…) que hacen que se nos multipliquen las labores; y no precisamente las agradables. Así que seremos muy breves al escribir la reseña de un texto que, anticipamos, más que interesante es casi imprescindible.
Ya os habíamos hablado de David Pere Martínez Oró, Doctor en Psicología Social, especializado en las corrientes críticas de las Ciencias Sociales, coordinador de la «Unidad de Políticas de Drogas» de la Universidad Autónoma de Barcelona (ver currículum completo aquí). Martínez Oró es investigador y activista por un cambio en el modo de relacionarnos socialmente con las drogas y autor entre otros libros de Sin pasarse de la raya: la normalización del consumo de drogas (2015), de un excelente capítulo en el texto del Grupo GEPCA, Cannabis: de los márgenes a la normalidad. Hacia un nuevo modelos de regulación” y co-coordinador del texto De Riesgos y placeres. Manual para entender las drogas (2013).
Del tabú a la normalización es un libro que recoge algunas de las líneas de trabajo preventivo con familias que determinadas entidades están (estamos) tratando de impulsar para tratar el tema desde una perspectiva más veraz y, al tiempo, más eficaz. El autor aporta con este texto un interesante trabajo de campo, apoyado en un sólido aparataje teórico, que dota de seriedad y sistematicidad a un asunto de primer orden de importancia; esto es: las herramientas necesarias para mejorar el abordaje de la prevención desde el hogar. La mirada normalizadora propone otra formas de concebir el asunto de las drogas fiscalizadas, aunque hay quienes se empeñan en confundir “normalización” con “banalización”, y que atizan el miedo al monstruo droga y tratan de seguir apuntalando su función de chivo expiatorio.
Evidentemente, la influencia de lo acontecido en relación a la heroína, fundamentalmente en los años 80s, en la conformación de los planes “preventivos” estatales es difícilmente soslayable.1 La impronta en dichos planes, muy en la línea de la “guerra contra las drogas” lanzada por los EE. UU. a nivel global, fue muy profunda y ésta apenas cambió cuando aparecieron otros consumos, problemáticos sólo en un pequeño porcentaje de los casos, y asociados a otros contextos relacionados con el ocio festivo en los “felices 90s”. Para Martínez Oró, la posición social de las y los investigadores y de trabajador@s dedicad@s a la prevención influye, sin duda, tanto en el sesgo de determinados estudios como en la permanencia en el diseño de estrategias de intervención. El autor también señala cómo las mismas voces tremendistas que magnifican los problemas de cualquier consumo fuera de lo legal no sólo no se alarman sino que legitiman el de psicofármacos (altísimo y creciente, no lo olvidemos; un 17% de los escolares entre 14 y 18 años en 2017, según la encuesta Estudes).
Tras este análisis, Martínez conceptualiza los diferentes modos educativos y valora su grado de eficacia preventiva. Lógicamente los que se consideran más adecuados son los que huyen del alarmismo injustificado y por tanto los que ofrecen una fundamentación científica, de modo que no se reproduzca la fábula de Pedro y el Lobo. Además, se insiste en que la arenga “antidrogas” (entendidas como drogas sólo las ilegales, claro, como es habitual) es contrapreventiva. Los modos educativos (en general; no sólo respecto a las drogas) que son indulgentes en exceso, son también inadecuados y para ellos también se ofrecen herramientas de mejora.
Bien aterrizado, el texto señala las enormes dificultades de realizar una prevención basada en la normalización en un contexto nada normalizado, en el que muchas personas e instituciones pueden reaccionar de un modo muy hostil ante “novedades” o desviaciones de la norma. Lamentablemente, el buen enfoque educativo de algun@s progenitor@s puede conllevar el hecho de que sean calificad@s como “mal@s padres y madres”. Se trata ésta de una presión de grupo que también existe pero de la que no se habla en los entornos preventivos.
El último tercio del libro recoge muchos de los testimonios del trabajo de campo con madres y padres que participaron en los grupos de entrevistas-debates. En esta parte se ejemplifican los diversos estilos educativos antes conceptualizados y se desgranan las prácticas adscritas a ellos, verificando en cada caso su eficacia y qué aspectos son susceptibles de mejora. En suma, estamos ante una gran herramienta, tanto para profesionales de la prevención, de cara a su trabajo con familias, como para l@s mism@s padres y madres más interesad@s en formarse y en acceder a un texto serio y algo técnico para abordar mejor el tema.
Como ya sabéis, lo tenéis a vuestra disposición en nuestra biblioteca.
¡A leer, que son dos días!
1 Recordemos que el Plan nacional Sobre Drogas nació en 1986, en plena “crisis” de la heroína.
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