Hoy vamos a hablar de cuentos, ya que estamos de nuevo obligados a abordar la pluralidad de los medios, el equilibrio en la información y la libertad de expresión; esa gran desconocida…

No corresponde hacer aquí una disgresión larga y, por lo demás, muy obvia, sobre cómo los grandes medios de radio, televisión y prensa son oligopolios que sirven, a su vez, a otros poderes fácticos, y cómo esto condiciona fuertemente el imaginario colectivo.

Pero lamentablemente sí tenemos que centrarnos mínimamente en la censura que ejercen cotidianamente, y en este caso nos referimos a la más directa de las formas que ésta adopta; es decir: la que corresponde a la decisión de no publicar algo porque no conviene a los intereses del medio “informativo” en cuestión. Luego hablaremos del resto de ellas…

Iremos directos al grano para narrar el último caso que hemos tenido que soportar en nuestras mismas carnes (aunque nada de lo humano nos es ajeno…;-)) El plural y siempre respetuoso con la verdad Periódico de Aragón decidió no publicar el artículo que nos invitó a elaborar cuando, molestos por los reiterados vilipendios, reclamamos respeto a quienes dirigen el diario mediante una carta de nuestra abogada. Efectivamente, el día 20 de mayo habían vuelto a utilizar una fotografía del coordinador de Consumo ConCiencia para ilustrar un lamentable artículo sobre el pronunciamiento del Colegio de Médicos estatal acerca del famoso cuaderno de información y debate sobre drogas.

Inmediatamente después de que tuviéramos que recurrir a “las malas”, Nicolás Espada, el otrora subdirector del medio recién ascendido a la dirección, nos obsequió con una perorata acerca de la voluntad de equilibrio y objetividad de El Periódico. A ello, muy educadamente, contestamos con la relación de lo publicado y lo censurado durante la “polémica” del pasado febrero, con un tono de respeto pero de firmeza que invitaba a no insultar nuestra inteligencia ni a considerar que nos caímos del guindo antes de ayer.

Como reparación, el señor Espada nos ofreció un espacio para la réplica mediante la composición de un artículo con extractos de nuestro texto, a lo que respondimos (recuérdese el guindo) que no, y que queríamos que se publicase nuestro escrito íntegramente. Pedimos instrucciones sobre el número de caracteres aceptable. “4500”, fue la respuesta. “De acuerdo” fue la nuestra, “a la mañana siguiente lo tiene en su correo”. Así fue, de hecho, pero esto sucedió el día 29 de mayo y estamos a 11 de junio. Las capitanas atraviesan la carretera y el silbido del viento corta el silencio; el que hemos obtenido como respuesta, pese a dos correos más insistiendo en ello. Lógicamente, el alcance de medios tan dignos como Arainfo y el de nuestras propias redes es más limitado que el del Grupo Zeta, pero se trata de una cuestión de dignidad y, si se nos apura, incluso de pedagogía.

Pero no se vayan todavía, aún hay más. Más porque si El Periódico de Aragón se ha destacado por su sesgo y por su censura, la de Aragón TV ha alcanzado cotas similares si no mayores y, dado su carácter público, aún más vergonzantes. Intentaremos ser telegráficos.

Caso 1, agosto de 2016. Nos llaman de dicha televisión y nos solicitan una entrevista en nuestro local, con una muestra de funcionamiento de los tests químicos incluida. Después de casi dos horas de preparación del “set” y cuando la entradilla ya había sido emitida (“En breve hablaremos con Consumo ConCiencia…” etc.) una llamada desde arriba aborta la emisión en directo. “Era horario protegido” se nos dice. “Ya habíamos hablado de suprimir la muestra de análisis, para evitar herir suspicacias, y de dialogar sólo sobre prevención”, contestamos. Estupendo. Una tarde perdida y nuestra cara de circunstancias.

Caso 2, mayo de 2017. Contactamos con Aragón TV y concertamos entrevista sobre el curso que estamos realizando en ese momento, dirigido a trabajador@s sociales y educador@s del Casco Histórico. Se nos solicita acudir al lugar donde se desarrollaba el curso para añadir las entrevistas de algun@s participantes y , además, vamos a nuestro local porque de nuevo se nos pide grabar el método de análisis. Tras repetidas solicitudes de información sobre la emisión del material grabado, la respuesta es simple: no se emite nunca.

Caso 3, febrero de 2018: en plena vorágine sobre el “escandaloso folleto” (el día 6 de ese mes), Aragón TV solicita entrevistarnos en nuestro local. Hacemos lo imposible por atenderles a la hora que nos piden (“para que se incluya en el informativo”) y nos graban dos trabajador@s (encantador@s, por cierto; nuestro total respeto hacia ell@s) ¡¡15 minutos!! de entrevista. Tiempo de emisión: 0 minutos, 0 segundos. En la rueda de prensa que dimos esa tarde, de ¡45 minutos de duración! nos grabaron también. Tiempo de emisión: escasos 6 segundos. Objeto: seguramente la frase más anecdótica de cuantas dijimos en tres cuartos de hora.

Como comentábamos al principio, estos son casos de censura directa, aunque es obvio que ésta se produce de muchas otras formas, empezando por la propia contratación del personal, porque ya sabemos que incluso si has tenido la suerte de pasar la selección previa e “infiltrarte”, en cuanto muestras desavenencias con la línea editorial podrás seguir siendo periodista critic@… en paro. Sobre la selección de lo que existe y lo que no, o sobre la distribución de titulares y espacios, de equilibrios y de modos “objetivos” de abordar los temas, no creemos que sea necesario añadir nada en este medio.

 Por ello, aquí lo dejamos pero, por puro respeto a los cuentos de veras, aprovechamos para recomendaros el brillante texto de Carlo Frabetti, La magia más poderosa, que nos habla de Ulrico, el octavo enano que con su valentía y buen juicio evitó que en uno sumarísimo se quemase a la “bruja” (una mujer sabia, conocedora de plantas y brebajes) injustamente acusada de envenenar la manzana con la que la torpe princesa se había atragantado. Y colorín muy colorado. Seguiremos yendo “al campo a trabajar”. Si nos dejan.

El equipo de Consumo ConCiencia

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