Lucifer, Belcebú, Satanás… Sea cual sea la denominación elegida, el tipo se está quedando sin trabajo. Junto a otros supuestos demonios actuales, y propaganda sistémica mediante, “las drogas” (así dicho; en general y sin distinguir) acumulan tantos atributos diabólicos que el mismísimo ángel caído palidece avergonzado. Las drogas ilegales, claro; las malas, las de la gente mala. Por si las plagas bíblicas de las que ya se les hace responsables fueran pocas, ahora también son culpables del apocalipsis medioambiental. Y por cierto, un inciso inicial en el que luego insistiremos: las “drogas” no son (ni, por definición, pueden ser) responsables de nada. Responsables o irresponsables somos las personas, no unas sustancias con determinadas propiedades pero carentes de voluntad. Respecto a este tema (y a todos, en realidad), va siendo hora de que seamos más lo primero que lo segundo…

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