Aunque su efecto puede ser calmante porque el aumento de niveles de serotonina que provocan procura una bajada de la ansiedad, la familia de los antidepresivos está en este grupo porque, en realidad, se pueden considerar como estimulantes de largo recorrido.
Como en lo relativo a otras drogas de farmacia, no es necesario hacer un repaso de sus características, propiedades y efectos secundarios, dado que éstos están detallados en los respectivos prospectos específicos y que son sustancias expedidas con receta y, por tanto, bajo prescripción facultativa. Por ello, tan sólo comentaremos algo sobre los tipos que existen y los principios activos más utilizados.
Existen tres grandes grupos de estos fármacos: los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de la Serotonina (ISRS), los tricíclicos (aunque ya se han desarrollado la siguiente genración de esta familia, los llamados tetracíclicos) y los Inhibidores de la MonoAminoOxidasa o IMAOs
Entre los los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de la Serotonina (ISRS) más conocidos se encuentra el citalopram (también conocido por las marcas comerciales Celexa, Seropram o Cipramil), el escitalopram (que, en rigor, es el enantiómero S del citalopram racémico, conocido por marcas como Ipran, Lexapro o Lextor) y la famosa fluoxetina (muy conocida por la marca Prozac). Este último se caracteriza por tener efectos más activantes que los otros compuestos de la misma familia ya que, a diferencia de los otros ISRS, aumenta los niveles de dopamina y noradrenalina en la corteza prefrontal.
Aunque no es un fenómeno frecuente, hay que conocer (máxime dado el repunte en los últimos años de casos de suicidios entre adolescentes y jóvenes) que una pequeña cantidad de niños/as, adolescentes y jóvenes (de hasta 24 años de edad) que durante los estudios clínicos tomaron antidepresivos como el escitalopram desarrollaron tendencias suicidas.
Efectivamente, las personas de estos rangos de edades que toman antidepresivos pueden ser más propensos a desarrollar tendencias suicidas que aquellos que no los toman. Sin embargo, todavía no se sabe con exactitud cuál es la magnitud de este riesgo y hasta qué punto debe tenerse en cuenta al decidir si un/a adolescente debe tomarlo o no. En general, y en cualquier edad, se debe saber que la salud mental puede cambiar de maneras inesperadas al tomar fármacos antidepresivos, por lo que no hay que dudar en comunicar inmediatamente al personal médico la aparición de síntomas como el empeoramiento de la depresión, tendencias de autolesión e incluso ideación suicida, preocupación extrema, agitación, ataques de pánico, dificultad para conciliar el sueño o mantenerlo a lo largo de la noche, comportamiento agresivo, irritabilidad, agitación severa y excitación anormal.
Por su parte, los antidepresivos tricíclicos son un grupo de medicamentos antidepresivos que reciben su nombre de su estructura química, que incluye una cadena de tres anillos. Los tricíclicos son uno de los más importantes grupos de fármacos usados en el tratamiento médico de los trastornos del estado de ánimo, pero están contraindicados en menores de 18 años, y deben usarse con particular precaución durante el embarazo y la lactancia o en personas con epilepsia.
Los antidepresivos tricíclicos también impiden la recaptación de la serotonina y la noradrenalina, lo que da lugar, por tanto, a un aumento de sus niveles en el encéfalo. Los antidepresivos tricíclicos son los fármacos más estudiados en cuanto a su paso a la leche materna. Hasta donde se sabe, todos ellos pasan efectivamente a la leche, alcanzando en ella concentraciones similares a las plásmaticas.
En los últimos años, se han desarrollado fármacos con estos mecanismos de acción pero de una “nueva generación”, conocidos como tetracíclicos. Entre ellos, la mirtazapina (clasificada como medicamento antidepresivo noradrenérgico y serotonérgico específico) es uno de los más conocidos y utilizados.
Por último, reseñar los antidepresivos conocidos como IMAOs, los más antiguos que existen y seguramente los más peligrosos potencialmente, a pesar de que en los últimos años se ha conseguido rebajar su grado de peligrosidad.
Existen dos subtipos de MAO: la denominada MAO-A y la denominada MAO-B. La primera de ellas, se encarga de metabolizar la serotonina y la noradrenalina y las dos metabolizan la dopamina. El mecanismo de acción de los IMAOs, por tanto, se basa en la inhibición de la enzima encargada de destruir parte de estos neurotransmisores, para que aumente su concentración.
En su origen, todos los fármacos IMAOs eran irreversibles y no selectivos (como la fenelcina, la tranilcipromina…); es decir: inhibían los dos subtipos de la enzima destruyéndola, de manera que la función que ésta cumple no volvía a estar operativa hasta que se volvía a crear una nueva MAO. Esto era una fuente de problemas ya que la MAO está implicada en la destrucción de otros elementos tales como la tiramina, una amina cuyos efectos pueden ir desde dolores de cabeza hasta subidas de la presión arterial y que se encuentra en muchos alimentos y bebidas, como por ejemplo: el vino tinto y la cerveza, los quesos curados, las conservas de pescado o carne, escabeches, adobos y ahumados, el hígado y los patés derivados, los embutidos, algunas setas, las habas, los plátanos, los aguacates, chocolates etc. Con el paso del tiempo se desarrollaron los IMAOs reversibles y selectivos, como la moclobemida o la selegilina.
Además de posibles interacciones de los IMAOscon muchos medicamentos (antigripales, descongestionantes nasales, antipiréticos, anestésicos locales)es necesario insistir en el hecho de que su mezcla con drogas ilegalizadas exige especial cuidado. Pese a la censura que existe a nivel social que puede inducir a ocultar algunos consumos, es muy importante comunicar éstos al personal médico que nos atiende y evitar cualquier riesgo de una combinación particularmente peligrosa. Por la relevancia del consumo de esta sustancia, y también por el enorme riesgo que la interacción específica comporta, subrayaremos la necesidad de evitar el consumo conjunto de IMAOs y MDMA, ya que se puede producir un síndrome serotoninérgico que, en ocasiones, ha llegado a resultar mortal. De hecho, existen también numerosas plantas de uso relativamente común (como el Hipérico o Hierba de San Juan, Hipericum Perforatum, o diferentes especies de Passiflora) que contienen compuestos inhibidores de la MAO, por lo que es necesario informarse muy bien y no mezclarlos nunca con MDMA o con otros entactógenos de acción similar, así como con cualquier droga que afecte a los neurotransmisores mencionados.
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