Se considera que el ser humano ha consumido cafeína desde la prehistoria. Los pueblos antiguos se dieron cuenta de que masticar la corteza, las hojas o los frutos de ciertas plantas tenía el efecto de aliviar la fatiga, aumentar el estado de alerta y elevar el ánimo. Existen muchas posibles versiones sobre ese descubrimiento de las propiedades de algunas plantas. Por ejemplo, respecto al propio café es conocida la que lo atribuye a un criador de cabras en Etiopía, que habría observado cómo éstas se tornaban eufóricas y perdían el sueño por las noches después de haber pastado junto a determinados arbustos, y que al probar sus frutos experimentó la misma vitalidad.1
La historia del uso del café ha sido registrada desde el siglo IX y a través de ella han quedado registrados los episodios de prohibición y persecución de su consumo, que hoy nos parecen tan extraños y lejanos, tras convertirse en una de las bebidas más populares y consumidas de todo el mundo.2
Otras muchas plantas con contenido en cafeína han sido utilizadas desde tiempos remotos: desde el también casi ubicuo té (de origen asiático), hasta la nuez de cola (originaria de África), la guaraná, el mate o la guayusa (todas ellas de origen americano).
El consumo global de cafeína se estima en unas 120.000 toneladas por año, convirtiéndola así en una de las sustancias psicoactivas más utilizadas y no está controlada por las instituciones supranacionales de fiscalización de las drogas (además de otros múltiples usos, se vende también en farmacias sin necesidad de receta), e incluso el Comité Olímpico Internacional dejó de considerarla una sustancia prohibida en 2004.3 De hecho, el propio Ministerio de Sanidad español no la incluye en sus encuestas oficiales (tan sólo las mal llamadas “bebidas energéticas”, de las que hablaremos luego) y por tanto no conocemos la prevalencia de consumo en nuestro país, aunque, a buen seguro, ésta competiría con el alcohol por el primer puesto.4 A nivel social, apenas se la considera como “droga” e incluso (es el único caso) la propia Dirección General de Tráfico aconseja su consumo en dosis moderadas para evitar la somnolencia al volante.
Es el más frecuente de los adulterantes de otras sustancias estimulantes fiscalizadas, como la cocaína y, sobre todo, las anfetaminas (“speed” en su forma callejera).
Composición
La cafeína es un alcaloide de la familia de las metilxantinas, que también incluye compuestos como la teobromina (presente por ejemplo en el cacao) con estructura química similar y parecidos efectos, aunque de menor intensidad a las mismas dosis. En estado puro es un sólido cristalino blanco de sabor muy amargo. La cafeína fue aislada en 1819 por el químico alemán Friedrich Ferdinand Runge, quien acuñó el término Kaffein. La denominada “guaranina” del guaraná, la “mateína” del mate y la “teína” del té, son en realidad la misma molécula de cafeína, hecho que se ha confirmado en análisis de laboratorio. La disparidad en la experiencia y los efectos entre las variadas fuentes naturales de cafeína podría deberse al hecho de que las plantas contienen mezclas complejas (en estos casos, de otros alcaloides xantínicos y también de polifenoles, etc.) que modulan sus efectos.
Es consumida por los humanos principalmente en infusiones extraídas del fruto de la planta del café, de las hojas del arbusto del té, de la yerba mate, así como también en bebidas que contienen productos derivados de la nuez de cola, de la guaraná o de la guayusa. De hecho, ésta última (Ilex Guayusa) es la planta con el más alto contenido de cafeína, con en torno a un 3% del peso de sus hojas secas.
Propiedades
La cafeína es un alcaloide antioxidante que actúa como estimulante del sistema nervioso central, por su acción antagonista no selectiva de los receptores de adenosina. Por ello, es usada para reducir la fatiga física y restaurar el estado de alerta mental en los casos que exista una inusual debilidad o aletargamiento. Si bien mantiene la vigilia, las investigaciones apuntan a que no aumenta el rendimiento intelectual, como sucede con otras sustancias (conocidas en ese caso como “nootrópicas”). La cafeína se usa también en recién nacidos para tratar la apnea y para corregir latidos irregulares. También tiene efectos diuréticos si se administra en dosis suficientes a individuos que no tienen tolerancia a ella. La cafeína es vasoconstrictora, por lo cual se suele emplear junto con otros fármacos para el alivio rápido del dolor de cabeza. No obstante, por este motivo está contraindicada en caso de hipertensión arterial.
Posología y vias de administración
La cafeína se consume habitualmente por vía oral. Cuando se toma a través de una bebida hace efecto a los pocos minutos de haber sido consumida (8-10 aprox.) y la máxima concentración en sangre se produce aproximadamente a los 30-40 minutos.
La cafeína puede ser ingerida también por vía intravenosa y rectal, y por supuesto nasal, esnifada, como de hecho sucede “involuntariamente” en tantas ocasiones cuando usuarios de anfetaminas (“speed”) lo consumen de esta forma.
Se vende como fármaco sin prescripción ni receta (bajo la marca Durvitan, por ejemplo) en comprimidos de 300 mg, indicados para “el alivio de la sensación ocasional y pasajera de falta de fuerza o debilidad física”
Como datos simplemente orientativos, se puede estimar que:
- Una taza de café (de unos 120 mililitros) puede contener entre 80 y 110 mg de cafeína
- Una taza de té del mismo volumen, entre 40 y 50 mg (las hojas del té tienen más cantidad de cafeína en relación al peso que los granos de café, pero la forma de preparación hace que la bebida final contenga menos cantidad de principio activo)5
- Las bebidas de cola en torno a 35 mg por cada lata de 33 cl.
- Las mal llamadas “bebidas energéticas”, en torno a 90 mg por cada lata de 33 cl.
Las cantidades “adecuadas” lógicamente dependen mucho de la tolerancia desarrollada y de muchos otros factores personales, pero se estima que un consumo mayor de 500 mg al día ya puede generar trastornos de relevancia.
Precauciones
Consumir entre 75 y 150 mg de cafeína eleva la temperatura, el ritmo respiratorio y el nivel de ácido gástrico en el estómago. El consumo recurrente de cafeína hace que se genere tolerancia a la sustancia y también la aparición de dependencia y, en caso de haberla contraído, si se interrumpe bruscamente el consumo se puede producir un síndrome de abstinencia, que puede conllevar náuseas y vómitos, desasosiego, dolor de cabeza o letargia. Los trastornos por el uso de sustancias recogidos en la CIE-10 (ICD-10) son el trastorno debido al uso de cafeína y la dependencia de la cafeína (F15).
Efectos secundarios
El uso excesivo (un consumo diario de 500 mg o más) puede generar inquietud, insomnio, rubor facial, contracciones musculares, taquicardia, trastornos digestivos (dolor abdominal, diarrea…) pensamiento y habla acelerados o inconexos, exacerbación de estados de ansiedad o angustia preexistentes. Algunos estudios apuntan a que bajas dosis (entre 40 y 80 mg al día) pueden activar la movilidad de los espermatozoides, pero su consumo en mayores dosis suele estar relacionado con problemas de infertilidad masculina.
Interacciones
Combinar la cafeína con otros estimulantes (cocaína, anfetamina; en este último caso es habitual aunque sea “involuntaria”) puede aumentar la probabilidad de sufrir taquicardias y episodios de sobreestimulación. Con estimulantes-entactógenos (MDMA, 6-APB, algunas catinonas…) puede suceder lo mismo, además de que se disminuyen los posibles efectos de “mimosismo”. La mezcla con fluoxetina (Prozac) puede hacer que la concentración de cafeína también se vea aumentada en el organismo.
La mezcla con depresores (alcohol, ketamina, GHB…) hace que se contrarresten los efectos y se tienda a consumir más de ambos. La mezcla con alcohol es particularmente frecuente, tanto en el “clásico” carajillo” como en combinados con refrescos de cola y, más recientemente, con las llamadas “bebidas energéticas”.
La mezcla con psicodélicos (LSD, hongos psilocibios, etc.) está totalmente desaconsejada, y aumenta mucho la probabilidad de sufrir un “mal viaje”.
La cafeína también puede aumentar la absorción de paracetamol o del ácido acetilsalicílico, aumentando de este modo su biodisponibilidad.
Contraindicaciones
Las probabilidades de una reacción adversa grave pueden ser más altas en personas con hipertiroidismo, glaucoma, diabetes o enfermedades cardiovasculares como la angina, hipertensión o arritmias. El consumo excesivo durante el embarazo puede dar lugar a retrasos en el crecimiento intrauterino, partos prematuros y puede aumentar la mortalidad en la madre, el feto y/o la recién nacida.
Intoxicación
El consumo en cantidades muy altas puede provocar una intoxicación con síntomas como: insomnio, nerviosismo, excitación, enrojecimiento de la piel, aumento de la diuresis y problemas gastrointestinales. En algunas personas los síntomas aparecen cuando se consumen cantidades muy pequeñas, del orden de 250 mg por día. Más allá de un gramo al día puede producir contracciones musculares involuntarias conocidas como fasciculaciones, desvaríos, arritmia cardíaca, y agitaciones psicomotrices. Los síntomas de la intoxicación con cafeína son similares a los del pánico y de ansiedad generalizada. La dosis letal media (LD50) estimada de la cafeína es de 10 g, cuyo equivalente es de un promedio de 100 tazas de café.
Aspectos legales
La cafeína es un psicoactivo legal sin restricción alguna sobre la edad del consumidor. Es de venta libre incluso en los preparados farmacéuticos que no requieren receta médica para su compra. Afortunadamente, el uso de esta sustancia es legal y a sus problemas intrínsecos no se añaden los generados por la Prohibición.
El caso de las mal llamadas «bebidas energéticas»
Según la ya citada encuesta ESTUDES, realizada por el Ministerio de Sanidad entre la población escolar de 14 a 18 años, el 49,7 de los chicos y el 31,1 de las chicas reconocen haber consumido estas bebidas el último mes. Los datos son más bajos en población general, puesto que su uso disminuye mucho con la edad.
Las “bebidas energéticas” son refrescos que contienen un combinado de diversas sustancias entre las que destacan una alta cantidad de la cafeína (en proporciones variables desde los 80 mg a 250mg por cada lata), y una también muy elevada cantidad de azúcar refinado, además de aminoácidos (como la taurina), vitaminas y en ocasiones extractos de plantas, como el ginseng o el guaraná. Es importante diferenciarlas de las bebidas para deportistas, diseñadas para la recuperación de sales minerales después de una actividad física intensa. Como decíamos para los estimulantes en general, estos se pueden considerar de algún modo como “tarjetas de crédito químicas”, es decir, no proporcionan energía al organismo sino que hacen que éste la utilice de modo más acelerado, lo que ocasiona su mayor desgaste.
Es habitual la creencia, generada interesadamente por la industria a través de la publicidad, de que el carácter “energizante” se lo otorga la taurina (que evoca imágenes de fuerza).6 En realidad, la taurina es un aminoácido azufrado con gran capacidad antioxidante que el propio cuerpo es capaz de sintetizar a partir de otros compuestos. Además, hay muchos alimentos que son fuente de taurina: determinadas carnes, el pescado, el marisco, los huevos y las legumbres, entre otros.
La taurina se encuentra en todo el organismo, especialmente en los músculos, en el cerebro y en el corazón. Resulta clave en el mantenimiento de las membranas celulares, en el correcto funcionamiento de la retina ocular y está muy implicada en la regulación del volumen celular, en el equilibrio de sales y del PH. Además, tiene un papel importante en la digestión, pues forma parte de la bilis. Actúa como neurotransmisor, estimula el sistema inmunológico y favorece la desintoxicación del organismo.
La taurina no tiene efectos estimulantes sobre el sistema nervioso central; bien al contrario, lo relaja, contrarrestando la acción de la adrenalina. Insistimos en que el efecto estimulante de las “bebidas energéticas” no se debe a la presencia de taurina, sino a su elevado contenido en cafeína y a la alta concentración de azúcar (digamos, como “combustible” de uso rápido)
El principal efecto secundario asociado a la taurina es el balance negativo de nitrógeno. Esto puede dar una disminución en la eficiencia metabólica y causar tensión en los riñones. Los niños que ingieren suplementos de taurina podrían experimentar retraso en el crecimiento. En cualquier caso, las investigaciones relacionadas con la interacción de los medicamentos con la taurina son escasas y no concluyentes.
- Respecto a esta historia y en general al uso de sustancias psicoactivas por parte de otros animales (que, al parecer, en muchos más casos dieron lugar al inicio de su consumo por el ser humano tras su observación) ver el sencillo y ameno libro de Giorgio Samorini, Animales que se drogan (Ed. Cáñamo, Madrid, 2003). En él se describen algunos de estos usos, los más conocidos o llamativos de las más de 300 especies animales cuyo uso intencional de drogas ha sido documentado. ↩︎
- De hecho, en no pocos países en los momentos de introducción de esta bebida (durante los siglos XVI, XVII o XVIII, dependiendo del territorio) se castigaba su consumo con penas de cárcel e incluso de mutilaciones. Dichas legislaciones, se eliminaron en la mayoría de los casos bien por el gusto de determinados dirigentes a la bebida, bien por intereses comerciales o por ambos factores a la vez. Algo similar sucedió con el mate en Paraguay, donde la prohibición de los colonizadores de su uso como parte de un claro intento de aculturación y dominación acabó “pronto”, en cuanto los dominadores entendieron (los jesuitas, en concreto…) la rentabilidad de controlar su producción y distribución, y dado que se trataba de un “simple” estimulante y no procuraba visiones religiosas “demoníacas”. En pocos años, y tras inventarse una tradición mitológica sobre su origen alrededor de la figura de Santo Tomás, pasó de ser una “hierba diabólica” a llamarse el “beneficioso té del Paraguay”. ↩︎
- Hasta ese momento, el COI consideraba como dopaje una cantidad de cafeína superior a 12mg/litro de sangre. ↩︎
- En los Estados Unidos, donde sí está contabilizado, el 90% de las personas adultas consumen cafeína todos los días. Allí, la Food and Drug Administration se refiere a la cafeína como una «sustancia alimentaria generalmente reconocida como segura, utilizada para múltiples propósitos». Curiosamente, al igual que la nicotina pero en menor medida, también actúa como pesticida natural. ↩︎
- Obviamente, las condiciones de crecimiento da cada planta, así como las técnicas de procesamiento y otras variables también afectan a su contenido de cafeína, y ciertas variedades de una misma especia también pueden contener más principios activos que otros. ↩︎
- Su nombre deriva del latín taurus (que significa toro) porque fue aislada por primera vez de la bilis del toro en 1827 por los científicos alemanes Friedrich Tiedemann y Leopold Gmelin. ↩︎
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